Desarrollo costarricense es insostenible ambientalmente

Posted on 19:38 by Carlos Paniagua


El desarrollo en Costa Rica es ambientalmente insostenible, según confirmó una investigación publicada en el más reciente informe Estado de la Nación .

Los costarricenses estamos consumiendo más recursos de los que nuestro territorio nos puede dar y generando más desechos de los que puede absorber, comprueba el documento.

El informe desmitifica completamente la propuesta –promocionada por los gobiernos desde mediados de la década de 1990 –de que Costa Rica podía desarrollarse en armonía con el ambiente.

El método. Para llegar a esta conclusión se midieron dos variables: biocapacidad y huella ecológica.

La biocapacidad es la capacidad de los ecosistemas para producir materiales biológicos útiles y absorber desechos generados por seres humanos. No se incluyen en este grupo ni áreas desérticas ni mar abierto, por ejemplo.

Tras las mediciones, los investigadores del Estado de la Nación concluyeron que la biocapacidad por persona en Costa Rica es de 1,66 hectáreas. Esto quiere decir que cada persona en el país dispone –en teoría– de 1,66 hectáreas para cubrir sus necesidades.

Por su parte, la huella ecológica midió los recursos que requiere el estilo de vida actual de los costarricenses.

La metodología internacionalmente aceptada para medir la huella ecológica transforma esos requisitos en “hectáreas globales”. Según el estudio, cada tico tiene una huella ecológica de 1,86 hectáreas globales.

Si se resta la huella ecológica a la biocapacidad se dará cuenta de que se presenta un décifit, lo cual quiere decir que el territorio costarricense no alcanza para cubrir las necesidades de la población y que, por lo tanto, el desarrollo tico es ambientalmente insostenible y está dependiendo de la biocapacidad de otros países.

Costa Rica necesitaría que su territorio fuera un 12% más grande para cubrir el consumo de sus habitantes, señala el informe, lo cual convierte a Costa Rica en un país “ecodeudor” al lado de otros como El Salvador, Brasil, Estados Unidos, y México.

El 75% de la energía que consume Costa Rica proviene de hidrocarburos. De ese consumo, 56% se gasta en transporte. Lejos de solucionarse, el problema en este campo se vuelve cada vez más complejo.

No obstante, se debe tomar en cuenta que Costa Rica está por debajo del promedio mundial en huella ecológica, que ronda 2,7 hectáreas globales por habitante.

Aunque mediciones anteriores ya señalaban un décifit entre la biocapacidad y la huella ecológica en Costa Rica, esta es la primera ocasión en que costarricenses realizan el estudio, lo cual permitió recurrir a fuentes más recientes y directas.

Las causas. El mismo informe señala las causas de la deuda ecológica costarricense: “Se debe principalmente a patrones de consumo que, unidos al aumento de población, generan una menor disponibilidad de área por habitante”, se lee en el documento.

El aumento de la población implica repartir la misma capacidad biológica que tiene el país pero entre más personas cada día.

Pero, también, a Costa Rica la afecta la alta emisión de gases contaminantes (el 75% de su energía proviene de hidrocarburos y eso representa cerca del 40% de su huella), el consumo forestal y el mal ordenamiento territorial que se presenta en prácticamente todo el territorio nacional y que impide utilizar los recursos disponibles de la manera más eficiente.

Costa Rica, un país ‘ecodeudor’ en el mundo

Por consumir más de lo que puede producir, a Costa Rica se la incluye en la lista de los países “ecodeudores”.

Las implicaciones de esta deuda ecológica son políticas, económicas, sociales y hasta éticas, según planteó la investigadora Rebeca Chaverri en el documento que da sustento a la publicación sobre el tema realizada en el XV informe Estado de la Nación .

Lo más notable es que estamos heredando a las futuras generaciones un país y un estilo de vida con un desbalance que implicará cada día menor disponibilidad de recursos para ellos, y con el que tarde o temprano tendrán que enfrentarse.

Depender de la biocapacidad de otros países –como es el caso de Costa Rica– es correr el riesgo de tener un crecimiento que posteriormente no tenga sustento ambiental y se vea obligado a cambiar dramáticamente.

“Es necesario actuar rápido para revertir el proceso, ya que cuanto más tiempo persista el exceso, mayor será la presión que se ejerza sobre los servicios ecológicos, aumentando el riesgo de colapso de los ecosistemas, con pérdidas potencialmente permanentes de la productividad”, explica Chaverri en su investigación.

“Tenemos una sola Costa Rica y los habitantes de este país hemos sobrepasado nuestra capacidad para mantener el ritmo de consumo y uso de los recursos que hemos desarrollado desde 1961, cuando todavía parecía faltar mucho para comenzar a consumir los recursos que deberíamos estar resguardando para las futuras generaciones, un consumo que va en crecimiento a la vez que la biocapacidad del país disminuye, y con ella su habilidad para absorber nuestros crecientes desperdicios”, concluye el informe de Chaverri.

Se sabe qué hacer, pero se hace muy poco

Como en muchos otros temas, los actores involucrados en la problemática de la huella ecológica costarricense están de acuerdo en qué se debe hacer para cambiar esta tendencia de país ecodeudor; sin embargo, es poco lo que se hace para solventar el problema.

Leonardo Merino, encargado del capítulo ambiental del Estado de la Nación , explicó que la huella ecológica tica tiene dos factores que la potencian: las emisiones contaminantes producto del consumo de hidrocarburos y la mala utilización del suelo por la falta de ordenamiento territorial en prácticamente todo el país.

La absorción de carbono requiere mucho territorio. Ahí hay una tarea muy específica que fácilmente le daría vuelta al balance. El país genera ocho millones de toneladas de CO 2 al año y se necesita territorio para absorber esa contaminación”, explicó el investigador.

Mientras tanto, el “ordenamiento territorial es la manera de indicar cuál es la manera eficiente, ambientalmente amigable y socialmente beneficiosa para decir qué hacer con el territorio. Se trata de decidir para qué y cómo queremos usar el territorio de Costa Rica”, añadió Merino.

Estos dos puntos suman más de la mitad de la huella ecológica tica y las principales soluciones no son novedad para ningún costarricense medianamente informado: se trata de la modernización del transporte (público, especialmente) y consolidar un verdadero ordenamiento territorial.

Utilizar mejor el territorio costarricense marcaría una gran diferencia en la huella ecológica.

Costa Rica ya reservó un cuarto de ese territorio como área protegida, pero parece no tener muy claro qué hacer con el resto. En la práctica permitió que cada quien hiciese lo que quisiera.

“No hay criterios científicos y elaborados participativamente para saber si hay algo de malo en construir una casa en un lugar determinado, en tener una plantación de piña o una plantación forestal”, comentó Leonardo Merino, encargado del capítulo ambiental del Estado de la Nación . La ley indica que desde 1968 el país debería tener ordenamiento territorial, pero las leyes que lo regulan y las instituciones que lo aplican están dispersas. El país se enfocó en la “agenda verde”, en tener parques nacionales, pero dejó de lado la “agenda gris”, la administración del agua, el tratamiento de los residuos y el transporte limpio, por ejemplo. Para Merino, casos como los de Crucitas y Sardinal serán cada vez más comunes pues reflejan las tensiones entre la necesidad de hacer producir un territorio y protegerlo sin tener claro cuál camino se debe tomar.

Propuestas de gobierno. Desde hace varias semanas La Nación intentó hablar sobre este tema con Jorge Rodríguez, ministro de Ambiente, pero no devolvió los mensajes.

Por su parte, Pedro León, director de la iniciativa Paz con la Naturaleza concordó con Merino en las dos grandes propuestas para reducir la deuda ecológica.

“Aquí necesitamos una inversión gigantesca en transporte urbano, moderno y eléctrico. No hay que inventar nada, muchas ciudades del mundo ya lo tienen y aquí hay planes como el Tren Eléctrico Metropolitano (Trem), que es solo un primer avance, el espinazo de algo mayor”, señaló León.

Si bien el proyecto del Trem pasó estancado por años, en los últimos meses el Gobierno lo ha retomado, enfocándolo como solución a los congestionamientos viables y a los tiempos de traslados dentro del área metropolitana, pero advierte que su implementación no podrá llegar sino hasta dentro de varios años.

En cuanto a planificación urbana, León considera elemental el apoyo político para que el proyecto de Planificación Regional Urbana de la Gran Área Metropolitana (Prugam) continúe dando pautas en reorganización.

Aunque el Gobierno ha anunciado su interés en seguir apoyando al Prugam, este plan se ha concentrado en una zona que Merino considera prácticamente perdida por la falta de planificación desde hace décadas, mientras que zonas como Guanacaste y Osa son las que ahora enfrentan el crecimiento urbano.


Fuente: La Nación: http://www.nacion.com/ln_ee/2009/noviembre/23/aldea2164230.html

Ver Informe: http://cooperacionambiental.blogspot.com/2009/11/armonia-con-la-naturaleza.html




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